¿Vale la pena empezar con una moto de alto cilindraje?
Antes de contar cómo terminé comprando mi primera moto, quiero compartir algo fundamental: empezar con una motocicleta de alto cilindraje no es una decisión que se deba tomar a la ligera. Es un mundo fascinante y lleno de adrenalina, pero también conlleva grandes responsabilidades. Hay quienes dicen que lo mejor es comenzar con una moto pequeña, aprender bien las bases y luego dar el salto a una moto más grande. Pero en mi caso, el camino fue diferente.

Las motocicletas de alto cilindraje tienen muchas ventajas. Son más estables en carretera, ofrecen mayor seguridad gracias a su tecnología y, en general, son más cómodas para viajes largos. Sin embargo, también presentan desafíos: su peso las hace más difíciles de maniobrar en ciudad, los errores pueden tener consecuencias más graves y el costo de mantenimiento es mucho más alto. Pero, sin duda, lo más importante es tener la madurez para entender la responsabilidad que implica manejar una máquina así.
Uno de los mayores peligros de las motos grandes es que es muy fácil dejarse llevar por la velocidad. Se siente natural, casi adictivo. El motor responde de inmediato, la sensación de control es absoluta, y en un abrir y cerrar de ojos, sin darte cuenta, puedes estar rodando a velocidades que ponen en riesgo tu seguridad. Por eso, es fundamental desarrollar un sentido de autocontrol, aprender a hacer una pausa/freno mental y preguntarse si realmente es necesario acelerar más. Saber cuándo frenar y moderar la velocidad puede marcar la diferencia entre un viaje seguro y una tragedia.
Ahora sí, con esto en mente, quiero contar cómo pasé de odiar las motos a convertirme en un motociclista apasionado.
Un Giro Inesperado: El Día Que Cambió Mi Opinión Sobre Las Motos
Si alguien me hubiera dicho en 2021 que algún día me apasionarían las motocicletas, me habría reído. No solo no me gustaban, sino que las evitaba. Las veía como máquinas peligrosas, innecesarias y poco atractivas. Para mí, el mundo del automovilismo giraba en torno a los carros, la estabilidad de cuatro ruedas y la comodidad de estar resguardado en una cabina.
Pero entonces, una noche cualquiera, mi amigo Santiago decidió desafiar mi forma de pensar. Conociéndome bien, estaba convencido de que mi problema no era con las motos en sí, sino con mi falta de experiencia en ellas. Sin previo aviso, llegó a mi casa y me pidió que bajara.
— Le aseguro que esto le va a gustar —dijo con una confianza que me desconcertó.
No tenía idea de qué estaba planeando, pero cuando vi su Kawasaki Ninja 600 estacionada frente a mi casa, me di cuenta de que no iba a ser una simple charla teórica. Pensé que solo me mostraría cómo funcionan las motos, tal vez me explicaría dónde está el acelerador, el freno y la caja de cambios. Pero me equivoqué.
Esa misma noche, sin titubeos, me dijo que iba a enseñarme a montar moto de verdad. Nunca había sentido tanto conflicto interno. Por un lado, mi ego seguía aferrándose a la idea de que odiaba las motos; por otro, algo dentro de mí sentía curiosidad. Finalmente, decidí confiar en Santiago y, con su guía, me subí a la moto y di mi primera vuelta a la manzana.
La sensación fue indescriptible. Aunque intentaba convencerme de que no me gustaba, no podía ignorar lo que estaba sintiendo. Había algo en esa experiencia que llenaba un vacío que no sabía que tenía.
De la Licencia a un Sueño Desbloqueado
Pasaron los meses y mi vida tomó un giro inesperado. Mi relación terminó y tuve que enfrentar una etapa de cambios y replanteamientos personales. Fue un proceso difícil, lleno de reflexiones sobre lo que realmente quería en mi vida.
En medio de esa transición, tomé una decisión que, en ese momento, parecía insignificante, pero que terminaría marcando mi destino: sacar la licencia de moto. No tenía planes de comprar una, pero pensé que nunca estaba de más contar con el documento y aprender lo básico.
Me inscribí en un curso en Active Cars, cerca de donde vivía en ese entonces. Y fue ahí donde los algoritmos comenzaron a hacer su trabajo. De repente, mi teléfono y mis redes sociales se llenaron de videos de personas viajando en moto por el mundo. No sé si fue casualidad o destino, pero cada vez que veía una de esas historias, sentía una especie de fascinación. Un nuevo sueño se desbloqueó: recorrer el mundo sobre dos ruedas.

Cuando terminé el curso y obtuve la licencia, me encontré en un punto de inflexión. Tenía un trabajo estable, los ingresos estaban bien, y pensé: ¿por qué no comprar una moto?
Un Accidente que me Hizo Confiar en una Marca: BMW
Cuando decidí que iba a comprar una moto, la pregunta no era solo qué modelo elegir, sino también qué marca confiaría para dar este gran paso. La elección de BMW no fue casualidad ni un capricho. Tenía una razón muy clara detrás de esta decisión: seguridad.
Años atrás, tuve un accidente muy fuerte en un carro BMW, y estoy convencido de que, si hubiera estado en otro vehículo, el resultado habría sido completamente distinto. La estructura del carro, su tecnología de seguridad y la ingeniería con la que estaba diseñado hicieron la diferencia en ese momento crítico. Desde entonces, BMW significaba para mí resistencia, protección y confianza en los momentos donde todo puede salir mal.
Cuando comencé a investigar sobre motocicletas, descubrí que BMW tenía la misma filosofía en sus motos: no solo fabricaban máquinas potentes, sino que incorporaban tecnología avanzada para la seguridad del piloto. Modelos con ABS en curvas, control de tracción, suspensiones electrónicas y modos de conducción diseñados para adaptarse a distintas condiciones. Si iba a subirme a una moto, quería algo que me ofreciera el mayor nivel de protección posible dentro de lo que significa manejar en dos ruedas.
Sabía que había muchas opciones en el mercado, pero con mi experiencia en mente, no podía ignorar que BMW había sido el único fabricante que literalmente me salvó la vida antes. Así que la decisión estaba tomada: mi primera moto sería una BMW. Lo que no sabía era que, al entrar al concesionario, iba a salir con una moto completamente diferente a la que tenía en mente.
La Decisión Más Difícil: Moto Pequeña o Grande
El plan era claro. Ya tenía la licencia, había hecho el curso, y ahora era momento de elegir la moto. Con toda la información que había recopilado, la opción más lógica para mí era la BMW 310 GS. Era la moto que muchos recomendaban para empezar: ligera, ágil y perfecta para adquirir experiencia sin sentir que era una máquina incontrolable.
Fui al concesionario con la idea fija de comprar la 310 GS. Pero entonces, al recorrer el lugar y ver los diferentes modelos, la F750GS apareció en mi camino y todo cambió en un instante.
Ahí estaba, imponente, con su diseño robusto y su porte de moto lista para recorrer cualquier camino. Desde el primer momento, me atrapó visualmente. Pero lo que realmente hizo que mi mente comenzara a trabajar a mil revoluciones por segundo fue cuando me acerqué y vi todas las ayudas electrónicas que tenía.
Mi razonamiento cambió drásticamente. Empecé a justificar de todas las formas posibles por qué era una mejor opción para mí. ABS en curva, modos de conducción, control de tracción, una suspensión más estable y un motor con el suficiente torque para carretera. Si iba a aprender, quería hacerlo con todas las herramientas que me ayudaran a mejorar mis habilidades de la manera más segura posible.
La 310 GS pasó a un segundo plano en cuestión de minutos. Mi cerebro y corazón ya habían tomado la decisión, solo faltaba encontrar la manera de justificarlo bien para dar el paso final. Y al final, la lógica que me convenció fue simple: si esta moto tiene más asistencias electrónicas, eso significa que puede corregir mis errores como principiante y ayudarme a evitar accidentes.
Y así, sin pensarlo demasiado, compré la F750GS.
Pero lo que no anticipé fue lo que vendría después: un mes de espera para la entrega de la motocicleta que se sintió como un año.
Durante ese tiempo, mi obsesión por la moto alcanzó niveles insospechados. Me devoré todos los videos de YouTube que existían sobre la F750GS. Desde reseñas técnicas hasta tutoriales de cómo maniobrarla (Ahí conocí a los chicos de Capital Rider), consejos para nuevos pilotos y experiencias de viajes con esta moto. Cada noche, después de trabajar, pasaba horas aprendiendo todo lo que pudiera.
Hasta que un día no aguanté más la espera y decidí hacer algo al respecto. Fui al concesionario y pedí un test drive.
El día de la prueba, cuando finalmente me subí a la F750GS por primera vez, la sensación fue abrumadora. Era una moto grande, pesada, y aunque en movimiento todo fluía bien, el verdadero reto llegó cuando tuve que detenerme en el tráfico.
El primer gran susto vino en la primera intersección con mucho tráfico. La moto se me apagó dos veces. Ahí entendí que esto no era un juego. Tener una moto grande significaba tener control total de lo que estaba haciendo, y cada error podía costarme caro.
Otro momento curioso ocurrió cuando, en un tramo con poco tráfico, decidí probar cómo se sentía acelerar más fuerte. En cuestión de segundos, sentí la potencia del motor empujándome con fuerza, y aunque fue emocionante, también me di cuenta de lo fácil que era perder el control si no tenía la mentalidad adecuada.
Después del test drive, me quedó claro: había tomado la mejor decisión, pero también había asumido un reto enorme. No era simplemente comprar una moto, era comprometerme a mejorar mis habilidades, a conocer bien mi máquina y a ser un motociclista responsable.
Ahora solo quedaba esperar a que llegara el 14 de febrero, el día en que finalmente la tendría en mis manos. Lo que no sabía era que ese mismo día tendría mi primer susto real en la vía… pero esa es otra historia.
El Primer Día con la Moto y un Susto en la Vía
El 14 de febrero, día de San Valentín, finalmente llegó mi moto. Fui con Santiago y Ripe, otro gran amigo, a recogerla. De inmediato, la llevamos a Fernando Soto Mecánica Motorrad para instalar las protecciones y defensas.

El camino al taller fue una prueba de fuego. Comenzó a llover, era de noche, y me vi obligado a filtrar entre carros (lane filtering) porque había mucho tráfico a pesar de que la moto me parecía extremadamente ancha. Cuando me detuve en un semáforo, una camioneta me golpeó en la parte trasera derecha.
Por poco pierdo la estabilidad, pero aceleré para evitar caerme. Sin embargo, el exosto de la moto se enganchó con la defensa frontal camioneta y esta se desprendió. El conductor aceptó su error, pero yo seguí al taller con un nudo en el estómago.
Cuando llegamos, Fernando estaba cerrando, pero al contarle lo sucedido, tanto él como su esposa me transmitieron calma. Dejé la moto ahí esa noche para que le instalaran todas las protecciones muy temprano a la mañana siguiente.
Esa fue mi primera noche como motociclista. Había aprendido algo fundamental: una moto no es solo un vehículo, es un compromiso y una gran responsabilidad.
Con esto termina la historia de cómo compré mi primera moto. Si estás pensando en empezar con una de alto cilindraje, recuerda que la clave está en la responsabilidad y el autocontrol.
Las motos pueden convertirse en una de las mejores experiencias de tu vida, pero también pueden ser peligrosas si no las manejas con madurez. Lo más importante es aprender a respetarlas y saber cuándo frenar (La mente).
En conclusión, ¿Vale la pena empezar con una moto de alto cilindraje?
Empezar en una motocicleta de alto cilindraje no es una decisión sencilla. Hay ventajas y desventajas que se deben considerar antes de dar este gran paso.
✅ Pros:
- Mayor seguridad electrónica: Muchas motos grandes incluyen ABS, control de tracción y modos de conducción que ayudan a corregir errores.
- Más estabilidad: Su peso proporciona mayor estabilidad en carretera y en curvas.
- Comodidad en viajes largos: Diseñadas para largas distancias con menor fatiga.
- Crecimiento acelerado como piloto: Exige mayor control y técnica desde el inicio.
❌ Contras:
- Mayor dificultad en maniobras a baja velocidad: Las motos pesadas pueden ser complicadas de manejar en ciudad.
- Mayor riesgo de accidentes: Un error en una moto potente puede tener consecuencias serias.
- Costos elevados: No solo el precio de compra, sino mantenimiento, repuestos y seguro.
- Curva de aprendizaje exigente: El margen de error es menor y los accidentes pueden ser más graves.
⚠ Responsabilidades al comenzar con una moto grande:
- Invertir en el equipo adecuado: Casco, chaqueta, guantes, botas y protecciones de calidad.
- Realizar cursos de conducción: No basta con saber acelerar y frenar; hay que aprender técnicas avanzadas.
- Conocer el peso de la moto: Aprender a maniobrarla en parado y en tráfico lento.
- Hacer mantenimiento constante: Aceite, frenos, llantas y luces siempre en buen estado.
- Tener autocontrol y responsabilidad: Es fácil dejarse llevar por la velocidad, pero es esencial hacer una pausa mental y preguntarse si realmente es necesario acelerar más. Saber cuándo frenar es una habilidad que puede salvar vidas.
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